Un año de la chin…

Por Mario A. Medina

¿Quién puede afirmar que este 2020 nos fue bien porque está vivo o porque tuvo supuestos éxitos, cuando miles y miles de mexicanos murieron, cuando como país nos fue de la chingada? Tal afirmación suena mezquina, pero peor aun cuando afirman que este fue ¡un gran año! 

Este 2020 fue un año para olvidar, pero como señalé anteriormente, este período de tiempo nos debe servir como referencia para reflexionar lo que, como sociedad, no sólo la mexicana sino todos en el mundo, reflexionemos sobre nuestro papel en los individual; el que jugaron todos y cada uno de los gobiernos, habría que incluir, desde luego a los medios de comunicación frente a una pandemia que nos arrebató a miles y miles de seres queridos, amigos, conocidos.

Enfrentar una calamidad como la que estamos padeciendo en el mundo no ha sido cosa fácil para unos y para otros. La población, ricos o pobres, es la más lastimada. Habrá que decir, en buena parte, es por culpa propia, porque a pesar de las campañas de orientación para evitar en lo posible la enfermedad, hacíamos todo lo posible para infectarnos, en fiestas de glamour, de barrio o en antros donde el contagio se compartía, sin mirar a quién, lo mismo que en aglomeraciones callejeras. 

La economía fue también víctima del Covid-19. Si bien muchos aprovecharon la circunstancia para acusar al gobierno, desde su punto de vista, de su “mal manejo”, independientemente de la buena o mala administración que se le haya podido dar a la crisis sanitaria, lo cierto es que en México como en el mundo, la economía fue igualmente mártir de una plaga que la paralizó. 

No sólo las grandes empresas se vieron afectadas por el “Quédate en casa” que impidió se hiciera millones de compras; también está sufriendo el comercio informal, el callejero que, si no sale a vender hoy, no tiene para comer mañana, lo mismo que las pequeñas y medianas empresas, las fondas, las misceláneas en las colonias. Frente a estos las grandes empresas, por el mismo tamaño que tienen, eso les ha permitido sobrevivir, pero al final de cuentas la crisis desde luego que también les pegó.  

En este tropezón, los perjudicados igualmente han sido los obreros que por miles y miles perdieron sus empleos, producto de que las empresas con las que se afanaban tuvieron que cerrar, no se diga los trabajadores del espectáculo: cine, teatro, cantantes, meseros, de todos los oficios.

Desde luego otro sacrificado ha sido el gobierno de la 4T al que la pandemia también ha maltratado seriamente. Desde luego, como lo comenté en anteriores entregas, son muchas las responsabilidades que se le pueden achacar, medidas científicas que debió tomar y no lo hizo, tal vez decisiones mal tomadas o por decisiones políticas.

También es cierto que fue objeto de una campaña política de sus opositores, particularmente de un sector de la derecha que le fue inoportuna su llegada y porque dejó de tener los grandes beneficios que obtuvieron de gobiernos pasados, pero también de partidos políticos que vieron la oportunidad en la pandemia de descalificar a la administración obradorista, para desautorizarla muchas veces con información falsa, descontextualizada o simplemente sin reconocer premeditadamente los aciertos que se pudo tener. En esto, tuvieron un papel preponderante muchos medios de comunicación y comunicadores, unos con reflexiones serias, siempre con información valiosa, pero muchos otros aprovecharon sus espacios para el golpeteo, para descalificar a partir de intereses económicos y políticos.

Pero también del otro lado, un grupo de comunicadores que a través de las redes sociales se convirtieron en porristas del gobierno al que no se atrevieron a criticar, a hacerle una observación como fue el caso de Carlos Pozos -Lord Molécula-, quien no se sonroja al jugar el mismo papel de algunos periodistas a quienes califica de chayoteros. Tal vez tenga toda la razón sobre los gustos de esos comunicadores por esa “hortaliza” jugosa de ceros, pero que igual que aquellos, se inclina frente al Ejecutivo y le hace mil caravanas. Sus sacos pintorescos son lo de menos, sí, por el contrario, el papel que juega poco le abona al presidente, y éste cuando los descalifica sin tono ni son.    

El año que está por terminar indudablemente ha sido difícil, doloroso, pero no sólo para unos cuantos; ha sido dramático para todos. El año que se avecina no será nada fácil, será muy complicado, pero por fortuna hemos avanzado en México y en el mundo frente a la pandemia del coronavirus SARS-CoV-2; hemos aprendido y por fortuna tenemos ya vacunas que para algunos no son confiables o porque detrás de éstas están enormes intereses económicos, los de los grandes laboratorios, pero al fin y al cabo allí están. 

El saldo de este 2020 al que quedan todavía unos días, ha sido catastrófico. En el 2021 viajaremos todos juntos y por ello lo que nos queda es anteponer intereses particulares, de grupo, políticos, dejar de polarizar, de dividir. Hagamos todos que este año que se asoma sea esperanzador y podamos vencer juntos a la pandemia y que en su momento la lucha política, la confrontación electoral, se de en buena lid. 

Que no le cuenten… 

Desde el gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaun insiste de todas las formas a la ciudadanía que no salgan a la calle; que los hospitales Covid están saturados. Entonces por qué se está permitiendo que el comercio informal en Tepito, la Lagunilla, Mixcalco, La Merced, El Carmen, el Centro, estén vendiendo sin restricción alguna, lo que permite aquella zona se vea hasta el full, como pidió el Presidente López Obrador no fuera ocurrir como sucede cada año durante las compras navideñas.