Las niñas ricas ¿sí van al cielo?

Por Mario A. Medina

“Las niñas ricas siempre han abortado y no estarán en la cárcel”, ha señalado de manera sorprendente el Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el ministro Arturo Zaldívar.

El jurista ha sido extraordinariamente abierto: “Porque en prisión están sólo las mujeres pobres y las indígenas, y aunque a muchos les duele que lo diga, las niñas ricas siempre han abortado y lo seguirán haciendo, no ha habido, ni habrá una sola niña rica en prisión por abortar, entonces el tipo de aborto no sólo es en mi opinión inconstitucional, sino es profundamente injusto porque castiga la pobreza, castiga a las indígenas, castiga a las madres protegidas y esto no puede ser permitido en un estado democrático”.

Lo dicho por el Ministro nos deja ver las “injusticias” sociales en nuestro país, pero también la doble moral en la que hemos vivido sociedad prácticamente durante toda la vida. 

El pasado martes, la Suprema Corte de Justicia de la Nación declaró inconstitucional la penalización del aborto voluntario por violar el derecho a decidir de las mujeres y personas gestantes. La decisión se tomó de manera unánime de diez votos por el Pleno de la Corte con lo que se invalidó el artículo 196 del Código Penal de Coahuila que sanciona con uno a tres años de cárcel a las mujeres que interrumpen voluntariamente su embarazo en cualquier momento de la gestación.

Es claro que el tema del aborto es una trama muy complicada de tratar porque toca aspectos muy sensibles que tienen que ver, al menos, con la moral y, sobre todo, con las creencias religiosas.

En un estudio realizado por Ana Amuchástegui, Edith Flores, Evelyn Aldaz, denominado: “Disputa social y disputa subjetiva. Religión, género y discursos sociales en la legalización del aborto en México”, se recuerda que “la lucha por el aborto legal comenzó en 1935, cuando el Frente Único ProDerechos de la Mujer demandó por primera vez acceso al aborto “por razones sociales y económicas” en el Código Penal. 

Esta lucha la han dado por décadas grupos de mujeres que han abogado por la “maternidad libre y voluntaria”, tiempo en el que el feminismo ha experimentado una transformación sumamente interesante desde los años 70, lapso en el que ha venido demandado no sólo la despenalización del aborto, sino también han peleado a brazo partido por los derechos de las mujeres. En el Distrito Federal en el 2007 la Asamblea Legislativa (ALDF) despenalizó el aborto antes de la semana 12 de gestación. 

Al menos en las dos últimas décadas, “las sociedades democráticas han favorecido los avances de la ciencia médica y jurídica” en este tema que ha permitido “ampliar el concepto de derechos incluyendo el ámbito de la reproducción”.

Ha destacado de manera particular “la lucha por la despenalización del aborto en México (que) se inscribe en un proceso más amplio de búsqueda de reconocimiento de los derechos reproductivos de las mujeres en América Latina y el Caribe”, quienes han batallado también por “el acceso a servicios seguros y legales de aborto, y lograr leyes menos restrictivas”. 

En los últimos años esta lucha la han encabezado de manera importante nuevas generaciones de mujeres quienes hanpermitido a un sector de la sociedad mirar bajo una lente más amplia lo que representa su lucha y sus razones, lascuales no tiene nada que ver con fomentar su práctica, sino que “sólo conlleva a no criminalizar a la mujer que así lo decida”, ha señalado la ministra de la SCJN, Yasmín Esquivel Mossa.

Los sectores más conservadores de este país, incluyendo a la iglesia católica, han expresado en todo momento argumentos interesantes a partir de una visión moral y religiosa que desde luego es respetable. Sin embargo, es lamentable la doble moral con la que se conducen esos grupos que miranla paja en el ojo ajeno y no ve la viga en el propio, quienes siempre han acusado de “pecadoras” a un sector, a las mujeres más pobres como bien ha señalado el Ministro Zaldívar, pero que esconden a sus mujeres, a sus “niñas ricas”, generando una narrativa que estigmatiza de manera muy particular a las mujeres que se ven en la necesidad, por violación y/o por derecho propio a decidir sobre su cuerpo.  

Ha sido una “visión que obnubila el problema de las mujeres que se enfrentan a esta disyuntiva”, ha señalado la ministra Margarita Ríos Farjat, quien ha lamentado que este inconveniente se reduzca “a que es culpa de la ignorancia, entonces viene una disyuntiva, como es culpa de la ignorancia, la mujer tiene que ser sancionada con prisión, si no es por ignorancia, es por mala, por egoísta porque las buenas mujeres culminan la gestación y entregan en adopción al bebé”.

Planteó: “Otra simplificación, como es moralmente mala amerita prisión; si no es por ignorante o por mala, entonces es por irresponsable o, como se dice, porque no se cuidó, pues por más desesperación y desolación que sienta, debería resistir; (y si) no resistió, entonces es promiscua e irresponsable: prisión”.

Ríos Farjat, ha sido clara: “No creo en estos reduccionismos. Estoy en contra de estigmatizar a quienes toman esta decisión que me parece de por si ya es difícil y dura por la carga moral y social pero profundamente individual y espiritual, no debería serlo más por la fuerza del derecho. Nadie se embaraza en el ejercicio de su autonomía para después abortar”.  

Sí, abortar no es una decisión fácil y de ninguna manera superficial, lo han vivido miles y miles de mujeres que han tenido que tomar tal decisión, sean ricas, sean pobres. 

Quienes cuentan con las posibilidades económicas altas y tienen la oportunidad, el privilegio de que sean llevadas a abortar en hospitales privados fuera del país o aquí mismo, donde no sólo se les permitía no enfrentar ningún problema médico y mucho menos penal, sin que ningún médico las acusara ante el ministerio público o las torturarapsicológicamente, como ha ocurrido con quienes han sido desacreditadas y castigadas con cárcel. 

La organización “Centro las Libres” han documentado que en el periodo del año 2000 al 2017 más de tres mil 900 mujeres mexicanas fueron criminalizadas por abortar. En 2018 fueron encarceladas 604; 2019, 717; 2020, 633 y en lo que va del 2021, 432.

Todas estas son mujeres indígenas y pobres a quienes las leyes, sectores sociales -generalmente conservadores- y la iglesia, las ha condenado a ir no sólo a prisión sino al “infierno” mismo y, a las otras, con la bendición de Dios, tenderán abiertas las puertas del cielo, claro, sin pecado concedido. ¿será?

Que no le cuenten…

La decisión de colocar a ‘Tlalli’, la escultura de una mujer, una colosal cabeza olmecas que sustituirá a la estatua de Cristóbal Colón que fue asentada en 1877 en lo que es hoy Paseo de la Reforma por decisión de Maximiliano I, y que fue esculpida por el francés, Charles Cordier, ya generó controversias. ¿Por qué no se hizo una consulta a los capitalinos, primero sobre el destino del genovés y luego sobre la nueva obra? Cuando Maximiliano mandó se creara la figura no le preguntó a nadie, como tampoco dónde se colocaría- Esta vez parece que fue igual.