Nacional

La reforma política-electoral y sus circunstancias

Por Mario A. Medina

Bien dice la periodista Denise Maerker, “las reformas son hijas de las circunstancias en que nacen”. La reforma político-electoral que pretende la presidentA Claudia Sheinbaum busca precisamente eso, que su diseño se enmarque en base a los más de 36 millones de votos que la respaldaron para llegar a Palacio Nacional y construir el segundo piso de la Cuarta Transformación.

Luego entonces, la reforma debe tener como soporte los cambios legislativos que el gobierno del expresidente Andrés Manuel López Obrador impulsó, como fue la reforma constitucional para la revocación del mandato, la reforma judicial. En estos siente años de gobierno morenista, es lógico y claro que la línea la decida el partido que gobierna, pero, además, insisto, porque Morena arrasó en las pasadas elecciones federales, lo que le da mano para resolver.

En estos días hemos escuchado y leído un montón de aseveraciones que afirman que Claudia y su partido quieren imponer una reforma “perversa de corte autoritario” y “tomar por asalto al INE”. En diciembre de 2009, Felipe Calderón anunció su propuesta de reforma electoral. Las reacciones del PRI y del PRD en ese entonces “fueron airadas” por la “decisión presidencial de modificar la arquitectura institucional” en materia electoral a conveniencia del gobierno panista sin darle opción a los opositores de que se incluyeran sus puntos de vista.

Calderón, “a diferencia de otras iniciativas, no recurrió a la labor de cabildeo previo con los partidos políticos de oposición”. Es decir, a pesar de haber ganado la presidencia mediante un fraude, el panista impuso su voluntad y no tomó en cuenta a sus opositores, particularmente a los de la izquierda. Las propuestas que hizo en ese momento el PRD, Calderón ni las vio ni las escuchó.

Por eso, cuando escuchamos las declaraciones de los panistas como las del senador Marko, el gris, Cortés, que afirma que la reforma electoral es una “simulación” y que estará hecha para “puros cuates”, es claro, como acusa Álvaro Arreola, maestro en Sociología por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM y Doctor en historia, “la oposición a lo único que se dedica es a mentir, a agredir y a descalificar”.

Efectivamente, de la oposición poco o nada conocemos, ningún planteamiento serio, de fondo, que aporte y genere un debate sensato. Sus dichos sólo buscan construir narrativas mentirosas y fantasiosas que pretenden imbuirlas en la población, con un claro propósito, desautorizar de entrada a la iniciativa oficial, aún antes de conocerla.

Su objetivo es simple, descalificar por descalificar como cuando -ha observado el periodista Álvaro Delgado- la oposición afirma que el deseo de Sheinbaum y Morena “es seguir siendo hegemónicos en México y consolidar una dictadura”. Si fuera así, la presidentA y su partido no necesitarían de meterse en enredos de una reforma político-electoral, sino aplicar las reformas vigentes, las de Enrique Peña Nieto (2013-2014) que, en última instancia, hoy “juegan a favor de Morena y sus aliados”.

La interrogante que platea Delgado tiene lógica: “¿Entonces la pregunta es, si Morena y sus aliados tienen el control del INE, de la mayoría de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), del mayor monto en prerrogativas, tiempos oficiales y posiciones plurinominales, para qué integra Sheinbaum una comisión presidencial para hacer una reforma político-electoral?”.

Sí, no tendría ningún caso hacerlo. En el fondo lo que muchos actores políticos de oposición (PAN y PRI), incluyendo algunos aliados de Morena como el Partido Verde y el Partido del Trabajo, y militantes del mismo movimiento de la presidentA, lo que pretenden es no perder los privilegios que les permite el modelo de reforma que hoy está vigente, y es que sí, “los partidos se volvieron muy buenos negocios”, como pasó en el PRD en el que una camarilla, la de los Chuchos, se adueñó de ese partido, y por eso otros dirigentes de otras organizaciones políticas, están temerosos de perderlos.

Las circunstancias que hoy obligan al gobierno llevar a cabo una reforma política-electoral de fondo, no sólo tienen que ver con el tamaño de la fuerza que le dieron los votos a Claudia Sheinbaum, y que, por lo mismo, “no busca ni necesita de consensos” sino porque, es cierto, “el país ha cambiado”, y es que, a querer o no, estamos viviendo un cambio de régimen indiscutible que comenzó en 2018, por lo que se necesita de nuevas reglas, instituciones y nuevos causes, porque el modelo electoral que rige no quedó ajeno al modelo neoliberal.

Que no le cuenten…

Tranquilos, no se enojen. Cuando Trump afirma que en México se hace lo que él manda, se refiere a Alejandro Moreno Cárdenas, a Jorge Romero, a Marko, el gris, Cortés, a los Claudio X. González, a Eduardo Verástegui, a Juan Iván Peña Neder, a Larry Rubin, a Emilio Álvarez Icaza, a Ricardo Salinas, a Beatriz Pagés, a los Ferriz, a Ricardo Anaya, a Carlos Alazraki, a Javier Lozano; también a Fox, a Calderón y a toda la marea rosa.