Una contra dos

Por Mario A. Medina 

Conocí a Alejandra del Moral y a Delfina Gómez cuando ambas fueron diputadas federales. La primera, por la LXII legislatura, la segunda en la LXIII. Como reportero pude platicar con una y con otra en el salón de sesiones de la Cámara de Diputados. Una priísta, la otra morenista. Me identificaba más con la segunda, quien por cierto, me quedó a deber una “rica” barbacoa de Texcoco.

Como reportero, de las dos me llegué a dar una idea de sus capacidades profesionales, intelectuales. De la priista supe de su cercanía con los grupos de poder de su estado. Una peñista consumada. Se me hacía simpática, una buena platicadora, pero no tanto gran oradora.

Delfina me parecía una mujer sencilla, introvertida; le gustaba comentar las pláticas que llegó a tener con sus alumnos y las madres de estos, de la necesidad de que los menores se alejaran de las malas influencias, de que seprepararan más allá de la tarea diaria que ella, como profesora, les dejaba. 

Cuando supe que ambas se enfrentarían por la gubernatura del Estado de México, pensé que cuando se encontraran en el primer debate, frente a las cámaras de televisión, Alejandra le ganaría con facilidad a Delfina; que se la “comería”, que la texcocana iba a tropezar y la Izcalense se conduciría con fluidez, por lo que, seguro, iba a ser la ganadora de la discusión.

Cuando empezó el debate y corrían los minutos, Delfina me sorprendió gratamente. Efectivamente como la vio mi amigo Chucho, la candidata por Morena “ganó el debate, se vio creíble, cierta, honesta y sensible”; Del Moral se perdió en una estrategia equivocada que supuso, irse duro contra Delfina, le haría ganar. 

Alejandra cumplió cabalmente lo que practicó en su “Cuarto de Guerra”, lo que ensayó le dijeron que explicara, cuando afirmó que Delfina era víctima de violencia de género. Prometió ayudarla “para que te liberes de la opresión que ejercen tus jefes de campaña que no querían que vinieras”, volteó a verla como socorriéndola.

Del moral quien niega ser una priísta de los de antes, de los corruptos que han gobernado el Estado de México, que para efectos propagandísticos electorales, dice: “no tengo por qué pagar los platos que rompieron”, sus viejos compañeros de partido, mostró, sí, tener “tablas”; estuvo suelta discursivamente hablando, pero eso no le alcanzó para convencer a los mexiquenses.

Su gran problema es el pasado corrupto del partido al que pertenece, aunque lo niegue; que la población no olvida que el priismo ha hecho del Edomex, por 94 años, un botín; que la Alianza “Va por el Estado de México” entre priístas, panista y perredistas, no la ven como una posibilidad de cambio, más bien la observan la como una coalición de intereses personales y de grupo. 

Sin embargo los comentarios posteriores en torno al debate, no se centraron en cómo se desarrolló, sobre quién pudo haber ganado. La discusión ha girado en la moderadora, en Ana Paula Ordorika, y no en las dos participantes. La lectora de noticias, a la hora de administrar el tiempo de la disputa, al hacer preguntas, desequilibró la querella política al favorecer a Alejandra del Moral. 

Delfina se vio bien porque dedicó su tiempo a destacar sus propuestas de gobierno de manera sustantiva, mientras que Alejandra, acartonada,  se encuadró en el guion golpeador que le marcaron.

La participación de Ordoika, no como moderadora sino como opositora, hizo que todo mundo pensara mal de ella. Cavilamos que la comunicadora pudo haberse prestado para favorecer a Del Moral mediante una práctica corrupta que los aliancistas le pidieron ayudarlos, “como cosa suya”.

Delfina me sorprendió, como ya decía. Se mostró segura. No se tropezó con el discurso agresivo de la priista cuando la acusó de corrupta o buscó hacerla menos, a descalificarla. Sus respuestas fueron inteligentes, ni aún en los momentos en que Delfina no sólo enfrentó a Alejandra, también le ganó a la conductora del debate, a Ana Paula Ordorika,  quien se convirtió en una tercera participante del debate. El de Delfina fue un triunfo contra dos. 

Que no le cuenten…

Los “Cuartos de Guerra” recomiendan que, luego de un debate electoral, inmediatamente se lleve a cabo un gran mitin donde los seguidores de un candidato festejen masivamente su “triunfo” en el debate. Dicta también se paguen encuestas a modo para generar la idea que hubo encuestados que mayoritariamente percibieron que sucandidato ganó. 

Inmediatamente, en un tiempo muy corto, la alianza “Va por el Estado de México”  empezó a difundir supuestas encuestas de empresas, desconocidas, “patito” que afirmaban había ganado Alejandra del Moral. Fue el caso de MassiveCaller, cuyo propietario de la empresa demoscópica es el panista José Carlos Campos Riojas.