Denise, la provocadora

Por Nacho Ramírez

Al conmemorarse la matanza del 2 de octubre, la politóloga Denise Dresser fue abucheada por la multitud, pero además la orillaron a salir de la plancha del Zócalo capitalino “entre empujones y gritos”, narraron varios medios de comunicación. 

Ya antes, años atrás, había marchado para conmemorar esta  misma fecha de 1968. Igual, había concurrido a los aniversarios, por ejemplo, de la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa; también para repudiar a los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.   

En aquellos momentos, Denise Dresser, era reconocida por sus críticas a esos gobiernos, y muchos quienes marchaban con ella, le pedían sacarse una selfi, y es que reconocían su trabajo como analista. 

En esta ocasión la politóloga se encontró con una mayoría de manifestantes en el Zócalo, simpatizantes del presidente Andrés Manuel López Obrador. Sufrió “el repudio de un grupo minúsculo de jóvenes quienes de manera violenta le pidieron a gritos  que abandonara  el Zócalo” de la capital del país.

La colaboradora tiene todo el derecho, como lo ha hecho en otros momentos, a expresarse con toda libertad, pero en esta ocasión cometió el error de participar porque es claro que bien sabía que muchos de quienes marcharían al grito de “2 de octubre, no se olvida”, son simpatizantes de López Obrador, y corría el peligro, como sucedió, de que al menos la despreciaran.

Sabía también, y  no entiendo por qué marchó, porque podría encontrarse con quienes pudieran provocarle una agresión física, desde un jalón de cabello, que le aventaran agua, pintura, que le mentaran la madre, pero peor aún, que un “loco” atentara contra su vida.    

Algunos medios de comunicación han asegurado que quienes buscaron “correr a Denise Dresser estaban totalmente instruidos por alguien más”, y que su oposición contra la analista no fue realmente “genuina”, que “fueron instigados” para “atacar” a la académica y colaboradora del diario Reforma. 

Vuelvo a repetir: un buen número de los participantes en la marcha del 2 de octubre son simpatizante de López Obrador, y por lo mismo era evidente que a muchos de los protestantes les iba a molestar la presencia en la marcha de una implacable crítica del presidente, por lo que era obvio que los jóvenes la iban a increpar.  

Parece difícil asegurar, por su calidad académica, de conocimientos y de experiencia, que Denise Dresser no sabía o no se imaginaba que en la marcha o en el mitin del Zócalo la descalificarían, que le gritarían: “fuera, fuera, fuera”; hubiera sido una torpeza haber pensado que la iban a glorificar, que le iban a ovacionar. 

Desde luego debió haber tenido claro que la iban a repudiar; que los jóvenes que participaran iban a tratar de “calentarla” y por eso fue más en disposición de “provocadora” que en el interés de conmemorar la muerte de los estudiantes del 68.