Pero ¿qué necesidad…?

Por Mario A. Medina 

“A mis nietos no los vacuno contra el Covid 19”, contundente respondió el Secretario de Salud Jorge Alcocer frente a diputados federales apenas el 16 de octubre pasado pues, argumentó: “los niños tienen un sistema inmunológico de maravilla y el biológico puede entorpecer el aprendizaje de ese sistema”.

Igual que él, el Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, había defendido tal decisión a partir de una “base científica para proteger la salud de todas y todos”. El Presidente Andrés Manuel López Obrador normaba su decisión en el mismo sentido a partir de lo que Alcocer y López Gatell le aconsejan.  Por ello el gobierno se resistió en vacunar a menores y adolescentes con comorbilidades, incluso, a pesar de una resolución judicial que ordenó a su administración hacerlo, hecho que finalmente acató.

Un mes después el gobierno federal dice que siempre sí, y anunció el pre-registro de adolescentes de 15 a 17 años sin comorbilidades, por lo que este grupo será incluido en el plan nacional de vacunación. 

El tema de la pandemia y la vacunación la he tocado en varios momentos. La oposición al gobierno ha aprovechado el tema, con y sin razón, para golpear duramente al gobierno por desaciertos, negándose a reconocer aciertos, o situaciones que no son nada fácil de atender como son precisamente las comorbilidades. Pocos son los que han reconocido, como sucedió fuera del país, la reconversión hospitalaria exitosa para atender el Covid. Incluso la realidad social, económica, cultural, que ha jugado un papel primordial para enfrentar este problema. Una buena parte de las críticas han tenido como propósito no coadyuvar sino escandalizar.

Precisamente muchos quienes han criticado fuertemente al gobierno morenista por negarse a vacunar a menores y adolescentes han callado y escondieron información donde instituciones como la Organización Panamericana para la Salud (OPS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) señalaron en su momento, la inconveniencia de vacunar a adolescentes y menores, lo que sustentaba la decisión gubernamental.

Por ejemplo, para el 3 de noviembre pasado, el portal de Aristegui Noticias daba cuenta que la OPS destacaba que ninguna vacuna para niños de 5 a 11 años había sido autorizada y que la pústula sólo debía aplicarse a mayores de edad.

Antes, el infectólogo Alejandro Macías, experto en el tema, había señalado en múltiples entrevistas que “cuando hay una vacuna limitada, se debe tener primero vacunada a todos los adultos al menos a todos los adultos con una dosis de la vacuna” y aunque consideraba que en “algún momento se deberá de vacunar a jóvenes y eventualmente los niños”.

Enfatizaba que si bien era importante vacunar a menores y jóvenes, el científico acentuaba que hacía falta mayor conocimiento para determinar qué efectos podría causar la vacuna en los menores de edad.

Razones que de una u otra manera daban sustento a la posición del gobierno federal de no vacunar a jóvenes y menores de edad y que, insisto, prácticamente muy poco o casi nada destacaron los medios de comunicación, pero también la Secretaría de Salud, su titular y el propio López Gatell no fueron capaces de reproducir ampliamente esta posición para informar el porqué de su negativa a vacunar a jóvenes y menores.  

La decisión de que siempre sí se va a vacunar a jóvenes y menores pareciera, en última instancia, que responde al encuentro que el Presidente López Obrador tuvo el jueves en Washington con sus homólogos de EU, Joe Biden y de Canadá, Justin Trudeau, donde uno de los temas que se trató fue precisamente el de la pandemia, las vacunas y la necesidad primordial de que la inoculación llegue masivamente a los países más pobres, al menos, del continente, pero también porque calculaban que Biden iba a mencionar, como fue, que EU está ya vacunando a sus jóvenes y menores.

Efectivamente las razones que deba el gobierno tienen sustento a partir de las opiniones de científicos y de organizaciones como como la OPS y la OMS. Sin embargo, también es cierto que, en los últimos meses, tras los resultados de las pruebas que se llevaron a cabo en jóvenes y niños que señalan que la vacuna, en particular la de Pfizer, no genera ninguna reacción contraria a estos grupos, si acaso los mismos que se dan en mayores de edad. 

Desde luego la Secretaría de Salud de México tenía conocimiento que la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) había autorizado desde principios del mes pasado, incluso antes, “el uso de emergencia de la vacuna contra la COVID-19 de Pfizer-BioNTech para niños de 12 a 15 años y para personas de 16 años o mayores.

Entonces por qué se siguió con el mismo discurso, con la misma posición de negar la vacuna, que si bien, insisto, tenía sustento en la posición oficial de la OPS y de la OMS y algunos científicos, era claro que los resultados de las pruebas en menores estaban demostrando que el planeta tarde que temprano tendría que ir a vacunar a menores y jóvenes con dos inyecciones administradas con 21 días de diferencia. 

Grave error o empecinamiento del Secretario de Salud y de su subsecretario. Todavía hace un mes cuando insistían de que no se vacunaría a los menores y jóvenes, en EU y al menos en seis países europeos ya transitaban en su decisión de vacunar a estos grupos a pesar de que la evidencia científica apunta que la mayoría de las niñas y los niños que enferman de COVID se recuperan en muy poco tiempo.

En entrevista (La Jornada 29 de octubre 2021) López Gatell afirmó que la sentencia que obligaba al gobierno a vacunar en un plazo perentorio de cinco días a los menores con comorbilidades todavía insistió: “Hasta ahora, no existe evidencia científica concluyente que indique se deba incorporar a niños y adolescentes sanos, pues tienen un riesgo muy bajo de tener enfermedad grave de Covid-19”.

Diecisiete días después, el mismo López Gatell anunció que el gobierno abrió la vacunación a menores de edad, pero con comorbilidades. Si bien el anunció provocó el festejo de quienes tienen hijos en este rango de edad, generó también un buen número de críticas, de golpeteos durísimos por este tipo de errores, indecisiones y falta de visión que se aprovechan bien por parte de los opositores a la 4T.

El anuncio del Subsecretario es algo así como “fíjense que siempre sí”, que nos obliga a preguntarnos: Pero ¿qué necesidad?

Que no le cuenten…

¿Por dónde masca la iguana? Hace un mes, y aún antes, en julio pasado, el Coordinador parlamentario de Morena en el Senado, Ricardo Monreal, quien se ha apuntado como aspirante presidencial afirmó que la encuesta para elegir candidatos es un “proceso desgastado y agotado”; “es un método de no fiar”. Un mes después el Presidente López Obrador calentó el tema: “De una vez lo voy a decir, para no estarlo repitiendo, porque no me gusta meterme en estos asuntos, pero también para lo nacional: cuando se decida quién va a ser candidato de nuestro movimiento, voy a apoyar al que gane la ENCUESTA, hombre o mujer, a ese voy a apoyar”. ¿Le quedaría claro al zacatecano?