¿Éxito o fracaso?; la elección judicial
Por Mario A. Medina
¿Cuál puede ser el balance de la elección judicial del pasado domingo?
La calificación que le demos, “éxito” o “fracaso”, tiene que ver con la posición política de quienes son parte o simpatizan con el proyecto de la 4T y de los opositores y odiadores del gobierno morenista.
El que hayamos salido a votar cerca del 13% de los electores, como unos 13 millones de ciudadanas y ciudadanos, pueden parecer efectivamente pocos y 87% que no lo hicieron, muchos. Matemáticamente el número brinca. Es claro que 13 es menor que 87 y 87 es mucho, pero mucho mayor que 13.
Este “razonamiento” le daría sentido a la derecha que ha salido a descalificar la elección y que llamó a no votar; podrían presumir que la población atendió su llamado, pero creo, no fue así.
Es necesario tener en cuenta el contexto en que se dio esta elección para renovar el Poder Judicial, hecho que no se había dado al menos en cerca de 200 años y, por lo tanto, nunca habíamos acudido a un proceso como éste.
La del domingo no fue una elección más como las que ya conocemos para PresidentA (e) de la República, gobernadores, gobernadoras; diputados, diputadas, senadores, senadoras, presidentas y presidentes municipales.
En esta ocasión desconocíamos el perfil de las y los candidatos que estaban en una planilla bien difícil de llenar a partir del conocimiento, mínimo o nulo -si es que lo hubo- de las y los aspirantes. En algunas entidades del país, les entregaron seis boletas y en otros, nueve, diez y hasta doce papeletas, y en algunas había que votar hasta por ocho candidatas y ocho candidatos. Un ejercicio nada fácil, bien complicado que para muchos les llevó entre 10 y 15 minutos sufragar.
Para decidir por quién votar, ayudaba entrar a la página del INE y de los organismos electorales estatales para conocer a las y los aspirantes y poder practicar una simulación de cómo se podría votar. No era cosa fácil, más aún para quien no contara con una computadora, o fuera un inexperto en el ejercicio tecnológico.
Habrá que poner en contexto un dato importante, que cuando no hay elección presidencial, el número de personas que sale a votar baja de manera drástica, al menos en un 50%; peor aún, esta elección representaba un desconocimiento total y una dificultad muy mayor, lo que llevó a la gente a quedarse en su casa.
Se dice que debe anularse porque el porcentaje de asistencia a las urnas fue muy inferior. Entonces, bajo este razonamiento, convenenciero, Margarita Zavala Gómez del Campo y muchos otros, en la elección del 2006, debieron exigir -además del fraude electoral-, se anulara el “triunfo” de su marido que fue de tan sólo medio punto porcentual sobre Andrés Manuel López Obrador.
Independientemente del punto de vista de unos y otros, cuando vemos en los medios de comunicación o en las redes sociales que hay quienes afirman que la elección fue un “éxito” o quienes la califican de “fracaso”, el publico tiene frente a si un menú de opiniones a favor o en contra interesantes que observar.
Desde mi punto de vista esta elección debe verse como un importante paso adelante, tan sólo por el hecho que significa que las y los mexicanos pudimos decidir quiénes deben ser nuestras y nuestros ministros; magistradas y magistrados; juezas y jueces, y no por la decisión de una persona o de una mafia de intereses como ocurría antes.
La población ganó por un hecho trascendente e histórico. Tras esta elección del poder judicial, y que quien obtuvo el mayor número de votos es una persona de los pueblos originarios, por lo que le corresponde ser el presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). Hugo Aguilar Ortiz, mixteco de Oaxaca, es un personaje muy alejado de quienes han presidido el máximo órgano de justicia que han servido a los intereses de las mafias del poder económico y político de este país.
Las y los ciudadanos deberemos exigir también a quienes fueron electos, fallar en favor de la ley y garantizar a la población el acceso a la justicia, pues durante décadas fuimos víctimas de esas mafias que se adueñaron del Poder Judicial y también actuaron en contra de los intereses del país, de la nación.
Una parte importante de quienes fueron favorecidos con el voto son cercanos a la 4T; cometerían un grave pecado si suponen que su papel deberá ser el de aliado del gobierno morenista. Tienen que ser asociados de la ley; pero peor sería que lo fueran de los mafiosos, pertenezcan al crimen organizado, cualquiera que sea éste, como venía ocurriendo.
De la derecha política, intelectual, periodística, empresarial, escucharemos la misma narrativa: “la elección fue un fracaso”; del lado del gobierno y sus simpatizantes, se habla de “éxito”.
Difícil, creo, es festejar sin reconocer ondulaciones -como los acordeones “oficiales”- pero sí porque dimos un paso importante, adelante, a pesar del contexto de perversidad y desinformación que enfrentó la iniciativa que sufrió antes un par de derrotas y, finalmente, se levantó en un Plan C, con el voto a favor de la población.
¿Éxito o fracaso? Como dice Viri Ríos, “la calidad de las campañas, selección de candidatos y bajo nivel de participación hacen necesaria una profunda autocrítica para la coalición gobernante”, pero también de parte de quienes se han dedicado a torpedear a la reforma y al mismo proyecto de la 4T con adjetivos, información manipulada, propaganda golpeadora y muy escaza propuesta que aporte de manera inteligente y se vulva atractiva a la población y no se le vea como un grupo de pendencieros, busca pleitos.
Que no le cuenten…
Lo sucedido la noche del viernes 30 en el Multiforo Alicia, amén de la provocación en vivo en varios medios para tirar la elección judicial, ¿es parte de la estrategia del “golpe blando”? Algunos medios replicaron aseverando a manera de pregunta: “¿estamos normalizando la militarización? Generar miedo es parte de esa estrategia.