Nacional

Morena, la tentación de parecerse

Por Mario A. Medina 

Como reportero, durante varios años, en diversos medios, cubrí la “fuente” lo que en las redacciones se le conoce como “la oposición”. Es decir, llegué a cubrir al PAN, al PMS, al PPS, al FCRN, al PARM; luego el PRD. Cubrí ocasionalmente al PRI. 

Me tocó en varias ocasiones asistir el auditorio Plutarco Elías Calles en la sede nacional del Revolucionario Institucional, en la esquina de Insurgentes y Héroes Ferrocarrileros donde,como reportero, pude observar y luego narrar aquellos Consejos Nacionales o Congresos Nacionales donde el PRI salía “más unido que nunca”.

Aunque las cosas en ese partido no estuvieran bien, aunque hubiera señalamientos contra sus líderes, contra sus gobernadores de corrupción o de estar metidos en el narcotráfico, acusados de peculado, esos consejos servían para que aquellos salieran “purificados”.

La palabra “mágica” que aparecía al día siguiente en los diarios, noticieros de la televisión y de la radio era, precisamente: “UNIDAD”. Las acusaciones, los señalamientos, las críticas y autocríticas eran borradas, censuradas, si acaso minimizadas. Los discursos de los presidentes del PRI aseguraban: “hay mucho partido” y predecían “larga vida y mejor futuro” a la organización política.

Traigo a cuento lo anterior, tras revisar las notas de lo que fue el Octavo Consejo Nacional Ordinario de Morena, donde, guardadas las proporciones, lo sucedido en ese Consejo se parece mucho a aquellos consejos nacionales del PRI.

Pareciera que el fantasma del PRI estuvo presente en el hotel donde se desarrolló el encuentro entre morenistas.

Por miedo o por línea, quienes se atrevieron a hacer críticas a la corrupción, lo hicieron generalizando, sin ir al fondo, se llamó a la unidad, sin plantear del porqué de su convocatoria, pues si se emplaza a la unidad es que no la hay del todo. 

Ha señalado Julio Hernández López: “el Consejo Nacional Ordinario busca maquillar las evidentes pugnas facciosas internas y los signos de corrupción (del partido guinda) en las élites”. 

En Morena deben entender que si bien la debacle y la casi desaparición del partido que fundó el caudillo Plutarco Elías Calles es consecuencia de diversas causas: la corrupción de las élites, los cacicazgos regionales, las pugnas internas, los asesinatos entre ellos, amén de no querer ver que el PRI se estaba desmoronando.

Desde luego las circunstancias históricas son distintas, pero durante el Consejo Nacional morenista, el fantasma tricolor se hizo presente. Faltó una verdadera y severa autocrítica y, como en los tiempos del PRI neoliberal, quienes se atrevían a hacer señalamientos eran quemados en leña verde, satanizados, si no que le pregunten a Cuauhtémoc Cárdenas lo que enfrentó por allá entre 1987 y 1988. Igual, hoy, en el CN se plateó “frenar las rebeldías” de cara al 2027.  

Echar culpas es fácil pero no es la mejor receta para salir de los baches. Alfonso Durazo, presidente del Consejo Nacional de Morena eso hizo. Acusó: “Voces malintencionadas están tratando de aprovechar cualquier rendija que abra una diferencia interna para convertirla en una crisis”.

¿Qué pretende Durazo? ¿La disciplina bolchevique? Advirtió: “A la hora de generar un conflicto, piensen siempre en las consecuencias y en todos aquellos que malsanamente van a aprovechar esa oportunidad para generarnos una crisis, así sea artificial”.

Luisa María Alcalde, la presidenta nacional de Morena, señaló que debe existir unidad para “combatir las falsas narrativas promovidas por la derecha que buscan hacer creer que todos somos lo mismo”.

Morena corre serios peligros “naturales” por lo que significa estar en el poder, porque desgasta; por los arribistas que buscan montarse en la ola del partido; por corruptos o quienes lo ven como un instrumento para hacerse de poder, para ser los nuevos caciques. 

Peligra por arropar a personajes como lo hizo el PRI, a quienes fueron gobernadores, secretarios de Estado, de quienes se sospechaba, protegían a grupos del narcotráfico. Al principio los sostenían, años después para el tricolor le significó un lastre que lo fue matando poco a poco y hoy ya agoniza. 

Si en Morena piensan en consistir, persistir y seguir siendo la “esperanza de México”, debe deshacerse de esas viejas prácticas priístas de querer negar lo evidente.

Era claro que este momento tenía que llegar, las contradicciones se tenían que dar, que los grupos de poder, los cacicazgos regionales iban a salir, a defender lo que consideran sus parcelas.

Es deseable entonces que en Morena se ejerza el poder de otra manera, hacerse una “limpia” para echar a fuera a “los demonios que andan sueltos” en este partido; practicar la autocrítica seria y responsable, pero no sólo escucharla, atenderla, porque no hacerlo, en el muy corto plazo, los descalabros políticos podrían ser muy graves.

En Morena no deben perder de vista que en el mundo corre el fantasma de la derecha y de la ultraderecha que están, efectivamente, “plenamente al acecho” para volver pronto al poder.

Que no le cuenten…

Imbécil. Javier Hernández tiene el cerebro más chiquito que un chicharito. Tiene como su coach de vida a un influencer, conferencista y actor formado en TV Azteca y Televisa, Diego Dreyfus. Tan idiota uno como el otro. En los chismes de las redes se dice que el futbolista se ha dejado influir por Diego, al que reconoce como su amigo. Pero peor aún, el chiva tiene la seria duda de que sus hijos no son sus hijos, que son hijos de Dreyfus, y es que éste alguna vez confesó en un podcast haber soñado tener un romance con la pareja de uno de sus mejores amigos. Hay quien piensa que su mensaje machista y sexista es parte de una estrategia de comunicación para ir en contra del proyecto feminista del gobierno de la 4T. No, los dos son un par de imbéciles. No entienden que la sociedad cambió. https://www.instagram.com/p/CGna1QLjTEP/?utm_source=ig_embed&ig_rid=72716715-4098-4bd1-8e93-178641c37b3a