El imperio de los otros, otros datos

Por Mario A. Medina

Un poco para entender quién es el autor del libro El imperio de los otros datos, Luis Estrada Straffon y a qué responde su “estudio” que el pasado lunes presentó en el Senado de la República, donde acusa al presidente Andrés Manuel López Obrador que en sus conferencias mañaneras “lleva al menos 67 mil afirmaciones falsas”; afirma que “va de la ocurrencia a la improvisación” y que en promedio dice 90 mentiras por conferencia.

Quien conoce estos datos y no sabe a qué intereses responde el autor, se puede sorprender y hasta reconocerlos y aplaudirle, pues se supone que la información está respaldada por un profesor preparado en diversas universidades de gran prestigio del país y del extranjerocomo el ITAM, el CIDE, la UNAM, la Iberoamericana, la universidad de California de San Diego, entre otras.

Cuando se revisa su currículum, su trayectoria académica, puede uno suponer que está frente a un profesional, capaz, recto, imparcial, erudito, “Consultor Senior en la Central de Estrategias Políticas” (CEPOL), de casas de bolsas, pero cuando se continúa leyendo su trayecto profesional se topa uno que trabajó para Felipe Calderón cuando fue jefe del Ejecutivo, entonces la “sorpresa positiva” por Estrada Straffon, empieza a tener sus asegunes.

Estrada sabe de su materia, no se le puede negar; imparte cursos de análisis estratégico de la política, opinión pública, comunicación política, manejo de crisis y control de daños. En pocas palabras, un asesor de campañas políticas que aconseja cómo ganar, usando todo tipo de estrategias desde las “buenas” hasta las fakes news. Algo así como el consultor españolAntonio Sola, aquel que generó en 2006 la famosa frase: “Andrés Manuel, un peligro para México”.

La promoción del libro en el Senado de la República fue a invitación de la senadora Kenia López Rabadán quien desde luego  aplaudió la obra de quien fue director de Comunicación Social en la Secretaría de Gobernación, igual, en el gobierno calderonista; asesor político del también panista, Fernando Gómez-Mont y director general Adjunto para la Reforma del Estado promovida por el mismo gobierno blanquiazul.

Es un personaje al que le han abierto todos los espacios de los medios de comunicación para que hable de las “mentiras” que le atribuye al presidente, pues es exactamente lo que buscan  muchos medios, ya que sus comentaristas han perdido credibilidad, y en Estrada tienen un personaje con “altas” credenciales por su perfil académico preparado en altos colegios.

Acusa a AMLO que sus conferencias mañaneras no son otra cosa que un “instrumento de propaganda”, pero al mismo tiempo, es claro que su libro es un instrumento de “contra propaganda” que en realidad no tiene un fin académico  que aporte información imparcial e importante, sino que su fin es  golpear políticamente a un gobierno con el que él puede tener diferencias ideológicas; está bien, pero su texto no es otra cosa que el imperio de sus otros datos que él quiere imponer como “verdad”.  

El libro que festejan los detractores del presidente López Obrador es un libelo desde donde se descalifica a partir de una presunta “verdad científica”, “académica”, de supuestos análisis de contenido  de lo que dice el mandatario en  todas en sus mañaneras, donde según Estrada, se exhibe como un “improvisado”.

No le atribuye nada, ni un reconocimiento. Lo descalifica, diga lo que diga;  su propósito tiene un claro fin, echar abajo la imagen positiva que pueda tener en la mayoría de los mexicanos, según muchas casas encuestadoras, por cierto no afines al presidente. 

Insisto, su libro, su trabajo, no tiene un propósito académico, una base científica. Estrada no lo cifró desde la visión de un letrado comprometido con la verdad y a partir desde cierta objetividad. No, lo redactó a partir de los intereses de un grupo político-económico que más bien parece fue por “encargo”, y no como un maestro, como un doctorado, títulos que tiene, sino como peón del calderonato y la derecha del país.          

Por esto, uno podría suponer que es un personaje al que se le puede aprender y confiar en sus análisis, incluso aún de derecha, al que se le puede agradecer sus aportes desde su visión, y que es prescindible seguirlo, pero cuando nos entrega un texto presuntamente académico pero que nos quiere vender “cuentos”, es donde “la puerca tuerce el rabo”. Entonces, ¿cómo  confiar en su trabajo?

Por cierto a Luis Estrada Straffon le molesta, le incomoda, no tolera que lo critiquen, den a conocer corruptelas de sus jefes, de sus patrones. Aún recuerdo cuando Álvaro Delgado informó a través de un tuit: “Me bloqueó el tal Luis Estrada Straffon, un sujeto sólo conocido por vender humo a quien se deja y un burócrata con @FelipeCalderon. 

Que no le cuenten…

En estos días leí una columna a la que los hechos no le dan La Razón. Se habla en tercera persona: “Ven venir una ley mordaza”, se asegura. Se vaticina que “militantes de la izquierda se enfilan a ejercer control sobre los medios de comunicación, siguiendo prácticas propias de regímenes dictatoriales”. 

Se afirma que “pretenden –no dice  quién o quiénes-  tener a la mano en la ley amenazas para sacar del aire a cualquier medio incómodo o acallar la voz de periodistas críticos”, y que “se impulsan ante la SCJN una resolución sobre Derechos de las Audiencias que les daría poder total sobre medios electrónicos y comunicadores y que las siguientes víctimas serían los medios impresos”. 

Propaganda chafa porque son kilómetros y kilómetros de líneas, horas y más horas que a diario podemos leer en medios escritos; ver y escuchar en electrónicos, y redes sociales donde se critica acremente al gobierno de la 4T y se descalifica severamente al presidente hasta la ignominia.

Este mismo comentario publicado en sus páginas, y muchos de los textos que se divulgan allí, y en muchos, muchos otros medios, muestran, insisto, que los hechos no le dan La Razón. Quieren espantar con el petate del muerto.