Nacional

“Si estás viendo este video es porque ya fui detenido”

Por Mario A. Medina 

Apenas se notaba su rostro; lo bañaba la oscuridad de la noche allá, frente a Gaza en aguas internacionales. 

Un periodista mexicano, Ernesto Ledesma Arronte, trasmitía en vivo el momento en el que el régimen genocida de israelí que comanda Benjamín de Netanyahu estaba a punto de secuestrarlo. Bajó su teléfono celular con el que estaba trasmitiendo para su canal de YouTube, RompeViento TV y poder levantar las manos en señal de rendimiento y evitar que disparara el ejército sionista genocida en su contra, mientras seguía detallando el asalto. 

Lo mismo hacían otros y otras, hombres y mujeres de diversas nacionalidades integrantes de la Flotilla Global Sumud, 473, como la activista sueca Greta Thunberg, quienes llevaban ayuda humanitaria a Gaza, a la población de Palestina. 

Ernesto anunciaba que en breve él y el resto de los pacifistas iban a ser secuestrados, como ya había ocurrido con otras y otros activistas en dos embarcaciones (españolas) donde viajaban dos mexicanas, Arlín Gabriela Medrano Guzmán y Sol González Eguía.

El planeta estaba conectado hasta el Mar Mediterráneo en aguas internacionales. En vivo y en directo estábamos presenciando un acto más de poder, de barbarie, de represión del Estado de Israel.

Con una tenue luz rojiza sobre su rostro, el periodista mexicano tranquilo, sin miedo, contaba que seguramente él y el resto de las personas que viajaban en el Ohwayla vivirían en unos momentos más la misma suerte que estaban corriendo los tripulantes de otras embarcaciones que habían sido secuestrados: “Nos echarán chorros de agua a presión y el ejercito de Israel nos secuestrará…”.  

Charlaba con Violeta Núñez Rodríguez, David Peña y Témoris Greko de RompeViento TV aquí en México. Contaba que por la mañana el embajador de México en Israel se había comunicado con él y le había informado que el gobierno de ese país le hizo saber que todos los integrantes de la Flotilla Global Sumud iban a ser detenidos y llevados a una cárcel de máxima seguridad. 

En redes sociales, en el mundo, corrían las alertas. Una de ellas fue la de una joven egresada de Ciencias Políticas de la UNAM: “Mi nombre es Arlin Medrano, soy mexicana y si estás viendo este video es porque fuimos interceptados en aguas internacionales ilegalmente por la ocupación israelí y hemos sido llevados sin nuestro consentimiento al territorio de Israel. Buscamos romper el cerco de Israel, buscamos llevar y romper el cerco que existe desde el 2007, nuestra misión es totalmente legal y avalada por el derecho internacional, solicito al Gobierno Mexicano que pueda regresar segura a casa”. 

Igual, retumbaba, acá en América, la posición digna, sin eufemismos, del presidente de Colombia Gustavo Petro, quien anunciaba su decisión de pedir que salieran de su país la delegación diplomática de Israel por el secuestro de las y los integrantes de la Flotilla Global Sumud, en la que participaban dos ciudadanas colombianas. “El silencio también es complicidad”, había dicho días atrás en Nueva York.  

La voz y la imagen de Ledesma, a pesar de la oscuridad, se podían escuchar y observar con nitidez: “Nos están cayendo ya los chorros a presión de agua, tengo que bajar el teléfono; estamos con las manos levantadas; está aquí atrás de nosotros el bote (del ejército israelí)”, seguía contando ecuánime, de una sola pieza, sin miedo.

Una luz se venía a la espalda de Ledesma, mientras que por fortuna su teléfono celular seguía trasmitiendo. El móvil lo había podido colocar frente a él, pero, seguramente, hasta el piso, lo que permitía ver de abajo hacia arriba el rostro del periodista mexicano con las manos levantadas.  

Violeta Núñez, acá en México, le preguntó en un tono un tanto de molestia, de enojo, si el embajador le había informado qué iba a hacer el gobierno, el Estado mexicano. Ernesto, alcanzó a responder: “no, (sólo) que iban a estar en comunicación”. 

Acá, ella, el abogado David Peña y el periodista Témoris Greco lamentaban la respuesta fría del representante diplomático, cuando en ese momento se escuchó de nuevo sin estridencias la voz de Ledesma: “¡Ahí vienen!, ¡ahí vienen”! Su cara y sus manos levantadas se alcanzaron a ver cuando un cañón de luz del barco del ejército de Israel pasó sobre él.    

“Ya nos van a detener, ya nos pidieron apagar el motor; así es que posiblemente va a venir el chorro de agua, no sabemos; voy a tener que echar al mar el celular y la laptop -un silencio de dos o tres segundos se escuchó-, se está pegando (el barco) cada vez más a nuestra embarcación; tenemos que ingeniarnos para aventar todo, así es que en cualquier momento perdemos la comunicación…”.

David Peña acertó en darle ánimo: “¡Fuerza, fuerza Ernesto! Estamos pendientes acá, estamos contigo. Nos vemos pronto”.

Nuevamente la voz de Ernesto Ledesma se volvió a oír: “Sí, sí, estamos tranquilos y firmes y alertas, como es ley, ¿no?, pero hay la tranquilidad que estamos haciendo algo humanitario como es llevar ayuda los compañeros de Gaza…”: En ese momento su imagen se congeló.

Quienes veíamos RompeViento TV, en la memoria quedó congelado el rostro de Ernesto Ledesma Arronte con las manos levantadas. Se le veía digno, firme, estoico, orgulloso de su misión humanitaria y periodística a Gaza.

Igual que él, que Arlín y Sol, Carlos Pérez Osorio, Laura Alejandra Vélez Ruiz Gaitán y Diego Vázquez Galindo fueron secuestrados por el Estado Hebreo. A decir de Reporteros Sin Fronteras, 20 reporteros que viajaban en la misión humanitaria para cubrir la misión corrieron la misma suerte; representantes de medios como Telesur, El País, Al Jazeera; la RAI; L’Humanité y de la televisión pública turca TRT.

En una de sus cuentas sociales, Ernesto Ledesma, igual que el resto de los integrantes de la flotilla que fueron secuestrados, lanzaron prácticamente el mismo mensaje: “Si estás viendo este video es porque ya fui detenido…”.

Que no le cuenten…

Es lamentable el divorcio de la sociedad civil que denuncia el genocidio en Gaza, que marcha, que reclama, que grita: “¡ya basta”! y los gobiernos del mundo que guardan silencio o usan eufemismos para no incomodar al gobierno sionista que asesina a una población indefensa. 

“El silencio también es complicidad” ha dicho Gustavo Petro. El mutismo escandaloso de muchas y muchos aquí frente a la barbarie duele y, decirlo no significa ser de derecha ni hacerle el juego al conservadurismo.