Nacional

Censura y desmemoria

Por Mario A. Medina 

Una de las acepciones sobre censura: “es el control que se ejerce sobre la información y las ideas que circulan en una sociedad, con fines políticos, ideológicos, religiosos o morales”.

El tema se ha vuelto a tocar en estos días a raíz de que, en el estado de Puebla, el congreso local aprobó la llamada “Ley de Ciberseguridad” que entró en vigor el 14 de junio pasado; penaliza insultos, injurias ofensas, agravios y vejaciones en redes sociales; su violación significaría penas de hasta tres años de prisión y multas de casi 40 mil pesos. 

Tanto la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, como la presidentA Claudia Sheinbaum, propusieron que dicha normatividad se revise y ambas externaron su convicción en contra de la censura.

Alejandro Armenta Mier, gobernador del estado declaró que la ley “no busca coartar la libertad de expresión, sino sancionar los ciberdelitos en Puebla; proteger a mujeres, niños y a las familias enteras; proteger a las y a los niños, a mujeres; proteger la identidad”.

Un asunto que, sin lugar a duda, debe revisarse para evitar que un tema que efectivamente es un reclamo pueda ser utilizado por los gobernadores y políticos para querer castigar el trabajo periodístico, artístico, intelectual, etcétera. 

Es grave, desde luego lo ocurrido en el estado de Campeche, donde la jueza Guadalupe Martínez Taboada vinculó a proceso al periodista Jorge González Valdez por presuntos delitos de incitación al odio y a la violencia en agravio de la gobernadora de Campeche, Layda Sansores San Román; Le ha prohibido ejercer su profesión por dos años y ordenó cerrar la edición digital del periódico TRIBUNA por ese mismo lapso; fue sentenciado a pagar una indemnización de dos millones de pesos al director estatal de Comunicación Social Walther Patrón Bacab por presunto daño moral. Un asunto, insisto, de preocupación y de suma gravedad. 

El periodista “habría difundido publicaciones que constituyen ataques sistemáticos hacia la mandataria estatal, incluyendo expresiones que de acuerdo con la queja apelan a su condición de mujer”.

Una cosa es cierta, la mayoría de los políticos del signo que usted quiera tienen la piel muy delgada, son intolerantes a que se les descubran sus desaciertos, errores, groserías y, desde luego, sus corruptelas; son intransigentes a la crítica.

Quien hoy en día se mete a la política debe saber y entender que debe tener la piel muy gruesa, pues va a ser objeto de todo tipo de críticas, de adentro y de afuera. El expresidente Andrés Manuel López Obrador se enfrentó, como ningún mandatario, a los medios de comunicación, a periodistas y analistas. Muy a su estilo se defendió de los ataques con o sin razón; los enfrentó de frente con nombres y apellidos. Nos pudieron gustar o no las formas, pero dio la cara, pues de aquellos enfrentó una guerra mediática y se defendió, mas nunca dio la orden de cerrar un medio o se le corriera a alguno de sus críticos, como sucedía antes. Como nunca hubo libertad plena de informar y opinar hasta el insulto.

Nuevamente la oposición recurre al mismo discurso ya gastado, baladí. Es una “estrategia para acabar con la democracia en México”; “un sello de la izquierda”, ha señalado la diputada local en la CDMX, América Rangel, que, supone, va a asustar a la población con el “uy, ahí vine el lobo”: “México con Morena, va a ser igual que Cuba, Venezuela, Corea del Norte, que la URSS” (sí, que la URSS, país que ya no existe).

La desmemoria de la oposición política y mediática es preocupante, o mejor dicho convenenciera.  

Olvidan, a propósito. “el día que los medios de comunicación callaron ante la violencia del sexenio de Felipe Calderón”. El 24 de marzo de 2011, 715 medios aceptaron la censura de Calderón para que no informaran de los asesinatos producto de su guerra contra el narcotráfico. “Ser parte de su estrategia” y así poder “autorregular” sus contenidos.(Proceso). 

¿Se les olvida cuando Calderón “ordenó despedir a Aristegui por lo de su ebriedad? No salga ahora con sermones puritanos. No tenemos amnesia, escribió en su Twitter, la periodista Dolia Estévez. (@DoliaEstevez) el 26 de agosto de 20202. 

Hablando de perfiles autoritarios. “¿Recuerdas lo que hiciste con Carmen Aristegui cuando en su programa hablaron del estado en el que permanentemente te encuentras?) anotó en la misma red social el corresponsal en Washington J. Jesús Esquivel (@JJesusEsquivel), dirigiéndose a Felipe Calderón (https://t.co/vs0uySRm22

Daniel Lizárraga le recordó a Calderón cuando “el equipo de comunicación presidencial ordenó que la revista Proceso no cubriera las giras del exmandatario; las portadas del semanario que documentaba la “guerra contra el narco”. Se les olvida de las advertencias a José Gutiérrez Vivó por serle incómodo al panista. 

La escritora y periodista argentina Olga Wornat, en entrevista con Julio Hernández, le dijo: “En aquel momento con García Luna y sus sicarios y con el conocimiento de Felipe Calderón, lo digo con todas las letras, Felipe Calderón sabía que yo estaba amenazada de muerte por García Luna, que ahora se haga el tonto y que haga silencio, él nunca sabe nada, pero por supuesto que sabía”.

En el gobierno de Enrique Peña Nieto también se cocieron habas. El 21 abril 2029, el portal SinEmbargo publicó: “entre 2012 y 2018, el Gobierno federal en México recurrió en decenas de ocasiones a Google, Twitter y Facebook para pedir la remoción de contenidos publicados por usuarios. De acuerdo con el informe anual de Artículo 19, “estas solicitudes se generaron mediante procedimientos opacos y sin apego a la Ley, lo que pudo derivar en censura”. 

Artículo 19, destacó que el gobierno priísta solicitó decenas de remociones de contenido en Google y otras plataformas digitales con base en (presuntos) daños por difamación, uso no autorizado de propiedad intelectual, acoso e incluso por motivos de seguridad nacional, con un solo propósito: censurar. 

En un trabajo de investigación documental de un grupo de estudiantes de la Green HillsSchool, “La Censura… perdona a los curvos”, demostraron que tanto el gobierno de Calderón como el de Peña Nieto, usaron la censura como “una herramienta para cubrir la corrupción con el objetivo de apaciguar la reacción de un pueblo que no tiene suficiente análisis crítico”; uno y otro pretendieron controlar los contenidos de la red(es) a través de las leyes secundarias, como la “polémica Reforma de las Telecomunicaciones”. La propuesta -dice el texto- “parece extraída de un manual totalitario”.

La desmemoria que padece la oposición cuando afirma que el gobierno de Sheinbaum censura y que vamos al totalitarismo, es tramposa. Por ejemplo, la conductora del noticiero en MVS-Radio, Pamela Cerdeira, al entrevistar a Pedro Cárdenas de Artículo 19, afirmó un tanto escandalizada: “México vive un momento crítico para la libertad de prensa”. Lo dijoen los mismos micrófonos de donde se le corrió a Carmen Aristegui por preguntar por la salud etílica de Calderón. 

Sí, lamentable lo de Campeche y de otros estados, donde efectivamente morenistas, panistas y priístas, buscan censurar para callar plumas para que no los toquen, pero es doloso afirmar que lo de Campeche, Puebla o el tribunal electoral de Tamaulipas parta de una convicción del gobierno federal. No. Nada tiene que ver en esto el gobierno federal. 

La censura, en buena parte, y lo saben los periodistas y los políticos, ha sido producto de los convenios de publicidad (“No te pago para que me pegues”: José López Portillo) y de la orden de Los Pinos (PRI y PAN) que ordenaban callar y, claro, de lo grueso o delgado del sobre amarillo. 

Que no le cuenten…

“México el país con mayor avance contra la pobreza entre sus miembros”: OCDE. Otro dato del mismo organismo: “En México prevalece la alta confianza de la ciudadanía sobre su gobierno y su capacidad para enfrentar los problemas entre generaciones”.